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El Caballero
Huyendo a toda prisa.
La gasolinera de la ronda
nunca había
tenido vigilante.
Si, estos coches robados sólo sirven
para cargarse perros vagabundos.
¿Te escuece todavía el tatuaje?
La vista se me nubla,
pero quedé en pasar a recogerte
y aquí estoy,
con una bala -ni siquiera de plata-
metida en las costillas.
Pau Rinkel
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